sábado, 31 de agosto de 2013

Yo he ponido eso

Árbol, de Harry Meyer

"Hemos comprendido que la aparición de ciertos tipos de errores en el nivel de la morfología (o construcción de la palabra) revela el esfuerzo del niño para deducir del habla regularidades. Cuando un niño habla correctamente o, en cualquier nivel, cuando habla tan correctamente como los adultos a los que oye, no hay manera de decir si está simplemente repitiendo lo que ha oído o si está realmente construyendo. Sin embargo, cuando dice algo como "yo he ponido eso" podemos estar seguros de que está construyendo. Podemos estar seguros porque es improbable que haya podido oír "ponido" a alguien, y porque podemos ver que derivando de las palabras que ha oído puede haber llegado a la forma "ponido"".


Roger Brown y Ursula Bellugi: Three processes in the child's acquisition of syntax.

jueves, 29 de agosto de 2013

Las palabras para decirlo

Lady in a pink divan, de Julius Leblanc Stewart

Las palabras para decirlo es el título de un libro de Marie Cardinal que relata la historia de una mujer enferma que consigue curar sus síntomas a través del psicoanálisis, es decir, a través de la palabra. No me malinterpreten, no creo que el psicoanálisis sea la panacea de las enfermedades, pero ríos de tinta han corrido con esa teoría.

Hay veces en que algo nos supone tanta angustia que no podemos ponerlo en palabras y otras en las que precisamente decirlo nos libera del peso que suponía. Es bien sabido que un secreto pesa como una losa y que un problema que se comparte es menos problema. 


Me ha venido todo esto a la cabeza a cuenta de las dificultades que han tenido recientemente los presidentes de Estados Unidos y España para no llamar a las cosas por su nombre: Obama ha evitado a toda costa llamar golpe de estado al pronunciamiento de los militares en Egipto y Rajoy ha sudado mares de tinta antes de decir Bárcenas


Y es que las palabras son bien poderosas, a veces bálsamo, a veces maldición.

martes, 27 de agosto de 2013

Vidas ajenas

The New Novel, de John Winslow Homer


Para irse a dormir una necesita, como los niños, que le cuenten un cuento. Cada noche pongo a reposar la vida propia y me sumerjo en otras que no me incumben y que no son responsabilidad mía. ¡Ah! Qué descanso que todas esas tareas, todos esos afanes y preocupaciones no sean propios y no tenga una que resolverlos.

Después de ser consciente de que hay problemas que son irresolubles y que no son de una, una se duerme a pierna suelta.


domingo, 25 de agosto de 2013

El poder suasorio del habla

Eva sieht rot, de Elvira Bach

"No hay duda de que en la palabra cordial e inteligente tiene la violencia su peor enemigo. ¿Qué es el refrán español de "hablando se entiende la gente" sino una invitación a resolver por medio de palabras los antagonismos? Las instituciones creadas para que los asuntos públicos sean regidos por el consenso de muchos, y no por voluntad de uno, se llaman desde la Edad Media parlamentos, lugar donde se habla. Para solicitar la suspensión de la lucha se envía un parlamentario. Se ha advertido que el dictador más conspicuo de la historia, el Canciller Hitler, desmesura el lenguaje humano y sacándolo del noble tono de la elocución normal lo lleva al rugido, al grito histérico y a los efectos fonéticos animales. Cabe la esperanza de que cuando los hombres hablen mejor, mejor se sentirán en compañía, se entenderán más delicadamente. La lengua es siempre una potencia vinculadora, pero su energía vinculadora está en razón directa de lo bien que se hable, de la capacidad del hablante para poner en palabras propias su pensamiento y sus afectos. Sólo cuando se agota la esperanza en el poder suasorio del habla, en su fuerza de convencimiento, rebrillan las armas y se inicia la violencia".

Pedro Salinas. El defensor

viernes, 23 de agosto de 2013

Palabras feas (y II)

Lovers & Lautrec, de Joseph Lorusso

Gazmoñería. 'Afectación de modestia, devoción o escrúpulos'. Según Corominas, gazmoñería se refería en un principio al pudor femenino. Existía asimismo un verbo gazmiar que significaba 'apartar comida en el plato', de donde un gazmoño pasó a ser tanto alguien escrupuloso como pudoroso.

Juanete. 'Hueso del nacimiento del dedo grueso del pie, cuando sobresale demasiado'.
El término procede del nombre propio Juan (diminutivo o despectivo: juanete) porque Juan era el nombre colectivo utilizado para designar al campesino, y dado que estos por sus trabajos solían tener los huesos del pie desvencijados, recibieron el nombre de juanetes.

Modorra. 'Somnolencia, sopor profundo'. Según Corominas la palabra modorro es muy antigua y está emparentada con el vasco mutur, 'enojado, incomodado'. El femenino modorra aludía a una enfermedad de las ovejas que les llevaba a andar cabizbajas y a tumbarse continuamente.

Orzuelo. 'Divieso pequeño que nace en el borde de uno de los párpados'. Tiene esta palabra una curiosa historia, según cuenta Covarrubias. El nombre orzuelo se debe a los médicos, a los que esa especie de divieso les pareció un grano de cebada y le pusieron hordeolus, que es el diminutivo de cebada, de donde dio en el actual orzuelo.

Pinganillo. Según la RAE, pinganillo es un carámbano o trozo de hielo, pero yo me refiero a la acepción que describe esa especie de audífono que llevan los presentadores de televisión incrustado en la oreja. La palabra proviene del latín pendicare, 'colgar', de ahí pingajo y pinganillo.

Son palabras que no me gustan pero su historia tiene su aquel y después de conocerla ya no me parecen tan feas como antes.

martes, 20 de agosto de 2013

Palabras feas (I)

Melanie and me swimming, de Michael Andrews

El Instituto Cervantes convoca cada año una votación para elegir la palabra más hermosa del español. A mí se me ha ocurrido presentarles algunas que me parecen bastante feas, bien por su significado, por su sonido o por las dos cosas a la vez.

Bazofia. 'Mezcla de heces, sobras o desechos de comida'. Se dice también de todo lo que sea malo, o tenga cualidades pésimas, o sea despreciable por alguna razón. Antiguamente se llamaban bazofia a los restos de las comidas o cualquier parte dañada de los alimentos.

Boñiga. 'Excremento de vaca'. En libros de medicina antiguos se recoge que las boñigas son muy útiles en medicina, especialmente las de primavera con las que se pueden elaborar emplastos, aunque, dato a tener en cuenta, si se pretende que no apesten, primero la boñiga debe ser destilada. Cómo se hace esto y sobre todo cómo conseguir que no apeste no les puedo explicar porque no se me ocurre el procedimiento, aunque la verdad, de no ser a un ermitaño o semejante no se me ocurre quién podría necesitar un emplasto de boñiga o quién estaría dispuesto a curarse cualquier cosa con esto.
Las boñigas también pueden ser utilizadas como combustible y por supuesto como estiércol, un abono que ayuda a crecer los pastos donde pastarán las vacas que dejarán allí sus boñigas y así por los siglos de los siglos, amén.

Bujarrón. 'Homosexual'. Es palabra que se tiene por asturiana aunque su procedencia es un tanto misteriosa. Hay quien la relaciona con la idea católica de que los búlgaros eran herejes. La palabra búlgaro se convirtió así en un insulto y de una de sus variantes se llegó a bujarrón (a través de bulgarón), y como el insulto mayor que podía hacerse a un hombre era llamarle sodomita, este significado y el de bujarrón pasaron a confundirse.

Cabestro. 'Buey manso que suele llevar cencerro y sirve de guía en las toradas'.  Referido a personas se utiliza como un insulto. El cabestro era propiamente la soga con la que se ataba a la bestia, en especial a los bueyes, con ella se les hacía un nudo por los cuernos o por el morro y como esta cuerda partía de la cabeza, de ahí la palabra, en latín capistrum.

Furúnculo. Grano purulento, divieso. Del latín furunculus, 'bulto que forma la yema de la vid' y antes   'tallo secundario de la vid que roba la savia a los tallos principales'.


viernes, 16 de agosto de 2013

Pantalón, gafas, tijeras

Untitled, de Akseli Gallen Kallela

Existen algunas palabras en castellano que se utilizan en plural aunque solo nos refiramos a un objeto. Es el caso, por ejemplo, del término pantalones. Decimos que nos hemos comprado unos pantalones, o incluso un par de pantalones pero no queremos decir que nos hayamos comprado unos pantalones vaqueros y otros negros, sino que, a pesar del plural, nos referimos a una sola prenda.

Otro tanto ocurre con la palabra gafas, caso en el que es más habitual emplear el plural que el singular, decimos "necesito gafas para leer" y no "necesito una gafa para leer", aunque sí se suele decir "le sienta muy bien ese tipo de gafa" y también sucede lo mismo con los términos tijeras, naricesmedias, pinzas, o alicates (entre otros).

La explicación es que en todos estos objetos hay dos de algo: dos perneras en el pantalón, dos ventanas en la nariz, dos hojas en la tijera, dos cristales en las gafas.

Este ejemplo me lleva a reflexionar sobre lo lógica que nos parece nuestra lengua materna y lo extrañas e ilógicas que nos parecen las demás. Cuando estudiamos otro idioma todo nos parecen excepciones, mientras que esto de que en español algunas palabras se puedan utilizar tanto en plural como en singular para referirse a un solo objeto a los hablantes nativos nos parece lo más normal del mundo, pero no tiene que ser fácil de aprender para una persona de otra lengua.



martes, 13 de agosto de 2013

Redimensionando la problemática

Almond Branches in Bloom, de Vincent Van Gogh

El ámbito del discurso público tiende a crear numerosas palabras, es como si los políticos cuando se ponen a hablar fueran animándose, jaleándose ellos solos y a partir de ahí su creatividad campara a sus anchas y alcanzara cotas insospechadas. Sin embargo, muchas de esas palabras no son necesarias porque ya existe un término que expresa ese significado.

Sus preferidas son las palabras largas y rimbombantes: prefieren intencionalidad que intención, condicionalidad a condición, problemática a problema, cumplimentar a completar, señalizar a señalar y concretizar a concretar, por citar unas pocas.

La terminación -izar es una moda que está dando mucho juego a la hora de crear un verbo a partir de un sustantivo, como por ejemplo: instrumentalizar, funcionarizar, judicializar, absolutizar o flexibilizar, y también es habitual que se añada ese sufijo a un verbo ya existente alargándolo de forma innecesaria, como cuando se dice potencializar en lugar de potenciar o concretizar en lugar de concretar. ¿Será quizás que redimensionando las palabras potencializamos el discurso?

¿Hay alguna que les moleste en especial?

sábado, 10 de agosto de 2013

Estás como una regadera

Cupletistas de pueblo, de José Gutiérrez Solana


"La lengua es algo que hemos ido haciendo entre todos. Sin embargo quedan en ella vestigios de intervenciones que no han podido ser sino personalísimas de un sujeto concreto, con nombre y apellidos, que vivía en un pueblo, en una casa, con unos vecinos, alguien dotado con verdadero genio para la acuñación de expresiones felices, inmediatamente aceptadas por los demás y exportadas a los últimos confines del habla, que las mantendrá vivas quizá durante mucho tiempo. Además, en algunos casos, tales expresiones son hallazgos que remitirían a corrientes estéticas, de no ser porque o las han precedido o las ignoran por completo. De la más pura raíz surrealista, por ejemplo, es ese "estás como una regadera", tan expresivo, pero de peliaguda interpretación y genealogía. Como imagen va más allá de una audacia de vanguardia, y como significado el suyo es tan ambiguo que difícilmente podríamos referirlo a la chaladura, pues no se habrá visto un objeto de una lógica más aplastante y de mayor utilidad. Así que tenemos que concluir que fue un hallazgo fortuito de alguien que regando en ese momento con una regadera y queriendo decirle a alguien lo disparatado que era, no se le ocurrió otro modo de expresarlo que ése, comparándole con un cacharro, a medio camino, por lo demás, entre la alquimia y el cubismo."

Andrés Trapiello: Una caña que piensa

miércoles, 7 de agosto de 2013

El viejecito y la braguita

Sin título, de Carlos García-Alix

Los diminutivos han venido y nadie sabe cómo ha sido, pero se han puesto de moda hasta un punto ridículo en ocasiones. Los utilizan los políticos como queriendo quitar importancia a lo que dicen, temo oír en cualquier momento que subirán los impuestillos para que así la cosa nos parezca menos grave.

En castellano el diminutivo tiene una larga tradición y no solo explica que algo es más pequeño, sino que a menudo se utiliza queriendo con ello suavizar el término, dotarlo de un matiz cariñoso: un viejecito es una persona más agradable que un viejo y braguita es más suave que braga. En el castellano de Gipuzkoa se utiliza el término amoña para designar a la abuela, pero no es raro que se utilice la palabra con el sufijo diminutivo castellano, amoñita, lo que le da un matiz más afectuoso y cercano.

Un conjunto de diminutivos han especializado su significado con el uso, hasta el punto de que han constituido otra palabra y ya ninguno de nosotros pensamos en ellos como diminutivos. Veamos algunos ejemplos:

Barquillo viene de barco (por la forma de vela), bragueta de bragabocadillo de bocadobolsillo de bolsa o bolsobombilla de bombacalderilla de calderacazoleta de cazuelacazuela de cazocepillo de cepoensaladilla de ensaladamanecilla de mano, natillas de natanudillo de nudopañuelo de pañopapilla de papapeseta de peso.

Seguro que se les ocurre alguno más.


domingo, 4 de agosto de 2013

Dónde fue que se perdió el significado

York, de Davis Cone

El lenguaje político, como bien estamos comprobando últimamente, tiene la capacidad de suplantar los hechos a los que se refiere y convertirse en un significado en sí mismo. El famoso discurso de Dolores de Cospedal acerca de la retribución a Bárcenas con pago en diferido, dejó de expresar lo que nunca llegó a decir y pasó a ser el significado en sí mismo. Dolores de Cospedal erró en su acto comunicativo, pero no por eso no dijo nada sino que es como si hubiera dicho: "No sé cómo explicarles a ustedes lo que no tiene ninguna explicación desde ningún punto de vista; a mi me lo han contado pero no lo he entendido". La ininteligibilidad de su discurso fue el significado.

Las palabras en política no solo enmascaran realidades, ya hemos hablado aquí anteriormente de los eufemismos políticos, sino que son capaces tanto de crear grandes conflictos políticos como de expresar las más excelsas intenciones.

Algunas de esas palabras, convertidas en lemas, han seguido vivas durante generaciones aunque hayan perdido parte de su eficacia y hasta de su significado. Ahí tenemos Libertad, igualdad, fraternidad, lema que sobrevive dos siglos después de la revolución francesa, aunque ustedes y yo nos preguntemos qué es eso de fraternidad en la sociedad del siglo XXI o a qué igualdad se alude cuando vemos los disturbios que se organizan de tiempo en tiempo en la 'banlieu' de París.

En nuestro país en los largos años del franquismo el lema era Una, grande, libre donde esa una (el femenino aludía a 'patria', más habitual entonces que el actual 'país') en cuanto pudo se dividió en 17 comunidades autónomas; grande, bueno, es un término relativo; y libre en aquellos tiempos, en fin... no comment.

jueves, 1 de agosto de 2013

Esto es jauja

Camino empastado, de José Orlando López

Cómo se inventaron las palabras es un misterio, pero un misterio relativo porque sí sabemos cómo han visto la luz algunas de ellas. Hoy traigo aquí unas cuantas que proceden del nombre de un lugar, como por ejemplo gueto. Esta palabra procede del  barrio de Venecia, Guetto, donde en el siglo XIV fueron confinados los judíos; a partir de ese momento gueto ha venido a significar 'barrio o zona donde vive aislada una minoría, normalmente marginada'.

Sincretismo, encierra en su interior el nombre de Creta, cuyos habitantes, normalmente divididos, se unían ante un enemigo común. El cordel llamado bramante procede del Ducado de Brabante, en los Países Bajos. La tarántula es un insecto que abundaba en las inmediaciones de Taranto, Italia, y el adjetivo campechano remite a la fama de cordialidad de que gozaban los naturales de Campeche, México.

La zarzuela se llama así porque era un tipo de espectáculo que se empezó a representar en la casa de campo La Zarzuela, propiedad del cardenal Infante don Fernando. Bergamotas son las peras de Bérgamo. Lombarda es el nombre de una especie de col originaria de Lombardía, Italia. El bikini viene derechito del nombre del atolón Bikini en la Micronesia.

Hay lugares imaginarios que también han producido su palabra: liliputiense, 'diminuto', procede del Liliput de Los Viajes de Gulliver y aún hay sitios reales que sugirieron lugares de ensueño, como el fértil valle de Jauja en Perú, de donde "a ver si usted se ha creído que esto es jauja".

Y por último hay nombres de lugar que vienen de nombres propios de persona: Bolivia debe su nombre a Simón Bolivar, Alejandría a Alejandro Magno, Filipinas a Felipe II, Luisiana a Luis XIV y América se llama así por el cartógrafo Américo Vespuccio.

Espero sus aportaciones, porque seguro que me he dejado unos cuantos términos en el tintero.