martes, 22 de octubre de 2013

El don de la lengua

The Park, de William Merritt Chase

"Es un hombre muy expresivo, que tiene el don de la lengua. Cuando uno lleva media hora hablando con él, se lamenta de no tener a mano la libreta o una grabadora para quedarse con todas las expresiones que empedran su conversación y que, aunque sean a veces un poco pomposas, en él suenan con la naturalidad del Covarrubias, como cuando ayer, refiriéndose a los árboles que habíamos plantado este invierno, dijo que todos estaban presos, es decir, prendidos; "quedaron presos la mitad", fue lo que dijo.

Le gusta hablar de la historia de las fincas. Tiene un don prodigioso para hilarla y, claro, una memoria sin confines, y el gusto de contarla. Como se ve, los artistas no lo son nunca de una sola cosa, sino de varias al mismo tiempo. Y aunque no conozca a los dueños sino someramente, habla de ellos como si los conociera, de sus parentelas, de sus testamentos, de los avatares de esas familias... Tan embelesado iba a la vuelta con sus relatos, que nos pasamos el desvío hacia nuestra sierra, y hubo que dar la vuelta cuando se pudo."

Andrés Trapiello: La cosa en sí.

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