viernes, 28 de marzo de 2014

Me la quedo

Tea with Mrs. Seay, de Nancy Guzik

El inglés es en su estructura una lengua germánica descendiente del anglosajón, pero en su léxico es una lengua riquísima en palabras de origen latino. De hecho, una de las características del inglés es su capacidad casi ilimitada de absorber palabras del más diverso origen. Contrariamente a las lenguas latinas que, con sus academias o a veces mediante los gobiernos, imponen una especie de aduana que pretende controlar la importación de palabras foráneas, el inglés se queda con todo y solo del éxito de su uso depende la adopción de una nueva palabra.

Los diccionarios estadounidenses e ingleses son los que contienen mayor número de palabras. El Oxford English Dictionary recoge la friolera de 500.000 palabras, mientras el Diccionario de la Real Academia Española tiene cerca de 100.000 y algo menos el de la Academia Francesa.

Como ha ocurrido con las lenguas en general, el inglés se ha simplificado a lo largo de los siglos: perdió sus declinaciones y varias conjugaciones, los plurales tienden a ser regulares y la conjugación verbal es muy simple, pero nunca ha mostrado ningún empacho en quedarse con todas las palabras que le gustan, sean de quien sean.

lunes, 24 de marzo de 2014

Alcabor

La Durmiente, de Ramón Gaya

"Estaba pensando en estas cosas cuando ya había terminado los trabajos serviles, y me había sentado frente a la boca del horno. A la boca del horno se le llama alcabor, es una palabra árabe antigua, la aprendí ayer, y se me olvidará dentro de un rato, como la mitad de las cosas que nos hacen ilusión. Se le secará a uno esa palabra como las florecillas que arrancamos en una pradera, antes incluso de terminar nuestro paseo, sin que podamos resucitarlas luego en un vaso con agua. Iba viendo cómo ardían los últimos leños y las paredes de barro del horno se ponían paulatinamente blancas, mientras la cama, de brasas canas, se iba vistiendo de ceniza transparente con sus arrugas de sábanas de hilo."

Andrés Trapiello: El jardín de la pólvora


miércoles, 19 de marzo de 2014

Lo eventual del significado

Meditation, de Alfred Stevens

En el lenguaje sucede a veces que una palabra pierde su carga genética, reniega de su familia toda y, a falta de poder cambiarse el nombre, se cambia la herencia. ¿De qué estoy hablando? De palabras como evento.

En español evento es una palabra emparentada con eventual, el adjetivo que acompaña a los trabajos de hoy en día; eventualidad, algo que sucede inopinadamente; o eventualmente, algo que sucederá solo si se dan las condiciones oportunas. Pero evento ha escogido otra familia cuando ha pasado a significar acontecimiento. Evento puede hoy día referirse tanto a un congreso como a una cumbre política, en cualquier caso aludiría a algo perfectamente organizado y de ninguna forma eventual o imprevisto.

¿Qué ha pasado aquí? ¿Qué le ha hecho su familia de origen al latín eventus para que reaccione de esa forma? Pues que se han ido de vacaciones a Francia o a algún país de habla inglesa y se han tropezado con evenement y con event, palabras que en ambos casos significan acontecimiento, y se han contagiado.

También habría que tener en cuenta la brevedad de evento frente a acontecimiento, lo cual a la hora de pasar a ocupar un titular de periódico no es cuestión baladí.

domingo, 16 de marzo de 2014

Leyendo el pensamiento

View of Riva in the Italian Tyrol, de Jean-Baptiste Camille Corot

La ciencia está a punto de convertir en realidad una de mis peores pesadillas: que te puedan leer el pensamiento. No es solo porque una sea especialmente malvada, que lo soy, sino sobre todo porque siempre me ha parecido que el pensamiento es el último reducto de libertad que le queda al ser humano.

Pues bien, según una investigación publicada en Plos Biology, se ha conseguido emitir un sonido a partir las ondas cerebrales de una persona. El experimento consiste en colocar unos electrodos en el cerebro de un voluntario, otra persona dice una palabra que es escuchada por el voluntario, los electrodos colocados en el cerebro de este último registran las ondas que se producen y las convierten en sonido a través de un sintetizador de voz.

La investigación parte del descubrimiento de que cuando pensamos una palabra, las ondas cerebrales que se producen en la región del cerebro que analiza el lenguaje son muy parecidas a las que se generan cuando pronunciamos esa palabra, es decir, que cuando pensamos en un árbol se activa la misma área del cerebro que cuando oímos esa palabra.

Otra cuestión a plantearse es si todo nuestro pensamiento está formado por palabras, cuando pensamos en 'azul', ¿pensamos en la palabra azul o vemos algo así como una mancha azul?

Esta investigación, aparte de la utilización que pudiera hacer la CIA, tendría múltiples aplicaciones beneficiosas: permitiría hablar a aquellas personas que no tienen aparato fonador, a las que estando en estados vegetativos oyen y piensan pero no pueden comunicarse con el exterior, etc.

Me queda una pregunta bailando por ahí: para evitar que nos lean el pensamiento ¿habrá que pensar sin pensar en palabras?, ¿se puede?


martes, 11 de marzo de 2014

Entre las páginas de un blog

Nu assis sur un divan, de Amadeo Modigliani

"Y querría uno recortar esa visión, como un trozo de periódico y meterlo entre las páginas de un libro, bien con la esperanza de encontrarla dentro de un tiempo, para que entonces, pasados muchos años, alguien, como una flor seca, se la tropezara en el álbum de las derrotas, pero no seca, sino viva. ¿Qué flor más viva que esa que nos asalta de improviso en la lectura de un libro viejo comprado a cualquier aljabibe? Se nos desborda el corazón de nostalgias, suposiciones, novelerías, y todos nuestros pensamientos y efusivos impulsos van hacia la persona que un día lejano cortó aquella flor, aquella y no otra, la tuvo en sus manos y la acostó entre las páginas de un libro como quien pone a dormir a un niño pequeño entre los barrotes de una cuna.

Yo ahora querría poner en esta página ese breve minuto, para que dentro de mucho alguien se lo encontrara aquí."

Trapiello, Andrés: El jardín de la pólvora.

jueves, 6 de marzo de 2014

Abecegrama

La Casa de la Cascada, de Jesús Mari Lazkano

Les recomiendo salsear por Internet y hacer como que buscan un contenido porque es un procedimiento infalible para encontrar algo interesante. De hecho, grandes hallazgos de la humanidad se han encontrado de esta manera, mientras se buscaba otra cosa. Así es como yo me he tropezado con un Abecegrama, que no es sino una frase en la cual cada palabra está dispuesta por orden alfabético, como por ejemplo:

"Anoche brillaron cerca, chispeantes, dos estrellas fugaces; gravitaban hermosas iluminando juntas kilométricos lugares; llevaban mágicos negros ñublos; originaban planetas que relucían surcando tenues universos, vertiendo wolframio, xenón y zafiros".*

El ejercicio puede parecer fácil pero no lo es, porque no abundan en español las palabras que empiecen por 'x' o 'ñ'. Y a propósito, ¿ustedes saben qué significa ñublo? Yo he tenido que irme al Diccionario de la RAE para saber que ñublo es una variante de nublo, que significa en su primera acepción 'cubierto de nubes' y en la segunda, 'nube que amenaza tormentas'. Y así ya he cumplido hoy con ese precioso refrán de "A la cama no te irás sin saber una cosa más".



*Francisco Briz Hidalgo: Juegos de palabras.com

lunes, 3 de marzo de 2014

Escote palabra de honor

Denise Natanson et Marcelle Aron, de Édouard Vuillard

Hoy, el día siguiente a la ceremonia de los Óscar, toca hacer balance no solo de los premios, si la película más nominada ha sido la que más estatuillas se ha llevado, sino -muchísimo más importante- de cómo iban vestidas las relucientes estrellas de Hollywood. Y, un año más, los vestidos "palabra de honor" han sido los triunfadores por goleada.

Y ¿de dónde viene ese nombre?, ¿no es muy raro para designar un tipo de escote? En inglés se denomina 'strapless', "sin tirantes", muy lógico, y en castellano, según la leyenda (a falta de una etimología seria avanzada por Corominas) el nombre se debe a que la modista aseguró a la modelo que lo debía llevar que "palabra de honor", el vestido no se te cae.

Hay una versión alternativa, que también parece una leyenda urbana, según la cual su origen está en la promesa de los compañeros masculinos: "te juro que no te piso el vestido, palabra de honor".

¿Alguna otra versión entre el público asistente?