martes, 19 de mayo de 2015

Sin pretensiones no se puede vivir

Ondarreta, de Clara Gangutia

"De todos modos, es un poco difícil superar a Jacinto Verdaguer. Lo que sorprende más en estos países, en que el esfuerzo literario suele agotarse tan prematuramente, es la aparición de casos de gran vitalidad, de capacidad biológica potente. Verdaguer fue un hombre fuerte, violento, orgulloso, de cuerpo entero. No podía ser de otra manera: coger con las manos una lengua conservada maquinalmente por la peblesía como quien coge un barro informe, y convertirla en un medio de expresión, es una tarea considerable... ¡Se dice pronto! Desde el punto de vista de la eficacia, pues, todo lo que se pueda decir en honor de Verdaguer será poco, al lado de lo que merece.

Pero nuestra generación trata de decir, en la lengua restaurada hace cuatro días por Verdaguer, todo lo que en las lenguas más trabajadas se dice normalmente. Quizá es una pretensión excesiva. Sin pretensiones, sin embargo, no se puede vivir. Así, tanto en cómo decir las cosas, el problema está en tener algo que decir. Esto es lo que separa nuestros días de los de Verdaguer".

Plá, Josep: El Cuaderno Gris

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