miércoles, 17 de junio de 2015

El euskera y los años de plomo

Beach, de Michael Gurvich

Así como no elegimos a nuestros padres, no elegimos la lengua que hablamos. Hablamos la que nos enseñan, que puede ser una o varias. Más tarde decidimos si queremos aprender alguna otra lengua y por qué. Es habitual que se elija aprender un idioma útil, como por ejemplo, el inglés, pero también se puede aprender una lengua por razones afectivas o de integración social. Yo aprendí euskera con veinte años porque pensaba que era la lengua de la tierra en la que había nacido, la que no habían podido transmitirme mis padres, pero que yo sentía como propia y como un factor de integración social (además de mi evidente gusto por las lenguas).

Aquellos no eran todavía los años de plomo, esos en los que en Euskadi a la extorsión se le llamaba "impuesto revolucionario";  al terrorismo, "lucha armada", y al asesinato, "muerte", sin más. En esos años, el euskera quedó estigmatizado porque se lo apropiaron los sectores que pensaban que esa situación era una expresión del "conflicto vasco". Pero una lengua no es culpable de lo que hacen quienes la utilizan como un arma más.

Las lenguas a veces fluyen con naturalidad y otras discurren por cauces fabricados artificialmente. Como yo, muchas familias que no eran vascoparlantes educaron a sus hijos en el idioma que no era su lengua materna, cambiando así el curso de la historia lingüística. Cierto que desde los estamentos oficiales, detentados por nacionalistas en su mayor parte, se facilitó esta corriente, pero ya hemos visto en otros países que si la sociedad no está por la labor, las lenguas se convierten en fósiles.

Quién hubiera esperado que esos hijos educados en la ikastola estuvieran ahora trabajando en Francia, Noruega o China, pero esa es otra cuestión.

1 comentario:

  1. Es cierto lo que se dice en este post. Hay escasísimos casos -si es que hay alguno- en que algún representante de los defensores del euskara haya levantado su voz contra ETA o se haya manifestado contra cualquiera de sus cientos de asesinatos. Repasen si no los concursos de bersolaris. Por ello ha sido inevitable asociar el euskara a una opción ideológica, por cierto: la más antidemocrática.
    Josean

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