martes, 29 de septiembre de 2015

Los que no tienen ocho apellidos vascos

Abedules de plata, de Lucy Willis

En Euskadi el número de hablantes de euskera ha aumentado en 300.000 en las últimas décadas. Un dato muy bueno, aunque lo que a mí me gustaría resaltar es que este aumento se ha debido no sólo a que los que hablan euskera lo transmiten a sus hijos, sino gracias a aquellos que no sabiéndolo les escolarizan en esa lengua.

Muchos ciudadanos han enviado a sus hijos a las ikastolas sin saber ellos el idioma en el que los niños adquirían la cultura, propiciando así el cambio en una situación que se auguraba mucho más negra para el idioma vasco.

Estos hechos tan relevantes sociológica y políticamente no han sido reconocidos como se merecen por la sociedad vasca, quizás porque el ámbito nacionalista deseaba una sociedad monolingüe en euskera y no una bilingüe que es la que tenemos ahora. Pero la actitud tan abierta de esos ciudadanos que no tienen ocho apellidos vascos y no hablan euskera, o lo han aprendido de adultos, ha sido determinante en la supervivencia de un idioma que estaba llamado a desaparecer de no contar con el favor del extraño.

Una vez más la ciudadanía va por delante de los políticos.

viernes, 25 de septiembre de 2015

Por los cerros de Úbeda

Leftovers de Ishbel Myerscough

Desde Úbeda les cuento el origen de esta expresión tan conocida. Según explican en la ciudad, el capitán Alvar Fañez tenía por costumbre ir a pasear a los cerros que rodean la ciudad cuando quería pensar o estar tranquilo.

He aquí que en la víspera de una importante batalla, se fue a las montañas a reflexionar sobre la mejor estrategia a seguir al día siguiente. Pero se cruzó en su camino una hermosa mujer y el capitán,   instantáneamente enamorado, se olvidó de la batalla y de todo. Pasó la noche en las montañas con ella (que para más inri pertenecía al enemigo) y sólo después de la batalla se acordó de volver a Úbeda. Su jefe le mandó llamar para saber dónde había estado, cómo era posible que hubiese faltado a tan importante contienda. Y el capitán explicó azorado que se había ido a los cerros de Úbeda y andando, andando se había extraviado y no había podido volver a tiempo.

Y desde entonces, cuando uno se va por los cerros de Úbeda significa que evita responder directamente, que se pierde en vericuetos para desviar la atención de aquello por lo que se le ha preguntado, maniobra esta dominada a la perfección por cualquier político que se precie.

martes, 22 de septiembre de 2015

Festival de Cine de San Sebastián

Changeling 2, de Peter Monkman

En el Festival de Cine de San Sebastián pasan muchas cosas. Un verano de la prehistoria trabajé en el Hotel María Cristina durante su celebración y aquello era un sinvivir, no nos daba tiempo de asumir todos los cotilleos que se extendían por los pasillos. Aparte de trabajar como una burra, me lo pasé muy bien la verdad.

Pero no es de cotilleos de lo que quiero hablarles, sino de los titulares que el Festival provoca. "Un ciclo dedicado al 'jishu eiga'", se puede leer en El Diario Vasco. ¿Ustedes no saben lo que es el 'jishu eiga'? Yo tampoco, probablemente nadie en Donosti, pero no importa, son cosas del Festival y ya se sabe.

Otro titular que copio literal: "La pharra de Raphael y otros phenómenos", se ve que el periodista se sentía original, era fan de Raphael (al que mi madre con mucha sorna llamaba "Rapael") o había salido arrebatado de la película y enamorado de esa "ph" que no existe en castellano.

Y un aviso a los traductores, corred hacia Tim Roth, pues hoy le decía a su traductora: "Haces que lo que digo parezca más interesante". Y no sé, pero en una película esa frase nos llevaría de cabeza a una suite del Hotel María Cristina.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Del serbo-croata al serbio, croata y bosnio

Brothers, de Justin Mortimer

El debate entre lengua/dialecto es recurrente no solo en el plano lingüístico, sino también en el sociopolítico.

La lingüística entiende que dos sistemas de habla se consideran dialectos de la misma lengua si son mutuamente inteligibles (David Crystal), pero los criterios estrictamente lingüísticos pueden quedar "desplazados" por criterios sociopolíticos, como por ejemplo en el caso del sueco, el danés y el noruego a las que se considera lenguas distintas a pesar de que sus hablantes se entienden bastante bien entre sí. 

Un ejemplo más reciente es el serbo-croata, denominación con la que se aludía a la lengua hablada en la antigua Yugoslavia, pero que a partir de la Guerra de los Balcanes, ha sido reemplazada por las denominaciones serbio, croata y bosnio. Así, donde se hablaba una sola lengua ahora se hablan tres. Tres lenguas cuyas diferencias es de prever que vayan aumentando a medida que sus respectivas comunidades vayan reforzando lo que las separa, para así reafirmar su identidad nacional. ¿Quizás hasta no entenderse? Quizás, en eso los lingüistas poco podemos hacer.

El afrikaans

Self-portrait, de Ian Cumberland

Desde 1925, el afrikaans y el inglés son las dos lenguas oficiales de Sudáfrica. En la actualidad, el afrikaans es la lengua materna del 60 % de los blancos y del 90 % de las "personas de color". Esta expresión no designa a las personas negras, sino a las mestizas de blancos y hotentotes, o de blancos y asiáticos, que suman cinco millones de habitantes sobre un total de 25 millones.

El afrikaans es una forma evolucionada del neerlandés llevado a Sudáfrica por los bóers, colonos que partieron de Holanda y del Flandes zelandés en 1652. A causa de los contactos de los colonos con poblaciones negras de lengua bantú y otras que hablaban malayo, portugués, alemán y francés, después de un siglo y medio se desgajó del neerlandés una nueva lengua, al principio llamada neerlandés del Cabo y después afrikaans.

El afrikaans se distingue del neerlandés en que sus formas gramaticales son mucho más sencillas y en que tiene un vocabulario específico, pero los hablantes de ambas lenguas se entienden mutuamente. El afrikaans tiene numerosos préstamos del hotentote, del portugués, del alemán y del francés.

domingo, 13 de septiembre de 2015

Pero la lengua siempre será mía

Self-portrait, de Sara Rossberg

"Querida Mary:

Mijita, si tienes que perder la cabeza por ese muchacho, por lo menos aplícate y aprovecha para perfeccionar el español. ¿Cómo crees que aprendí yo inglés? ¿Te acuerdas del inútil de mi primer marido del que un día te hablé? Bueno, éramos jóvenes, estábamos enamorados, y lo que me decía cuando estábamos juntos no necesitaba traducción. Cuando te enamoras de un hombre que habla otra lengua, desarrollas un tercer oído. Primero, tratas de entender lo que dice. Después empiezas a oír lo que quiere decir. Entonces se rompe la relación. Pero algo sales ganando.

Yo aprendí el inglés porque tenía que aprenderlo. Pero no era divertido (hasta que conocí al inútil). Cuando vine de México, iba recogiendo palabras como si fueran abono para fertilizar mi vida en esta tierra extranjera. Y con el tiempo me enamoré del inglés. ¿Los hombres? Los hombres vienen y se van. Pero la lengua siempre será mía. Recuérdalo."

Demetria Martínez: Lengua Madre

Cómo construir un insulto

Passersby, de Lantian D.

No sé si es muy políticamente correcto que en un blog de lengua les explique cómo construir un insulto, pero es que es un tema que me hace mucha gracia. No fue mi impresionante intelecto el que dio con la idea, sino que se la debo a Elena Álvarez Mellado, lingüista intrépida de Molino de Ideas, una empresa que es mucho más que un negocio y que se dedica a la traducción, la investigación en tecnología del lenguaje, la edición, los diccionarios y, sobre todo, al entusiasmo por la lengua.

Pues bien, a lo que íbamos, para construir un insulto, uno original, no tenemos más que tomar un verbo en tercera persona del singular y añadirle un sustantivo en plural, como por ejemplo, abrazafarolas, desgarramantas cantamañanas... ¿Han visto qué fácil? No me digan que no son unos insultos preciosos y de lo más descriptivos.

Y, por cierto, en un artículo de Santiago González acabo de encontrar uno que desconocía: trotacapillas. Me lo quedo.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Yucatán

Sawhill Gold, de Marc R. Hanson

"Cualquier nombre que usted elija servirá, dijo él. No me corresponde a mí decidir, respondí. Me parece que entonces le conté una historia, una historia que había oído por la emisora de radio de la universidad cuando iba camino del aeropuerto. Una expedición española se tropieza con unos mayas. Los españoles preguntan: ¿Cómo se llama esto? Los mayas contestan: Uic atan, no entendemos vuestras palabras. Los españoles piensan que les han dicho que el lugar es Yucatán, y este nombre imponen, infligen, en el lugar. Al igual que Adán, creen que Dios les ha otorgado el derecho a dar nombre a un mundo."

Demetria Martínez: Lengua Madre

lunes, 7 de septiembre de 2015

Palabras que siembran la duda

Café de la Paix, de Antoine Blanchard

Hay palabras que parecen empeñadas en jugar con nosotros, palabras que nos ponen a prueba. ¿Cómo se dice: quizás o quizá? Mi padre, que era un gran bromista, contestaría: se dice acaso, pero la respuesta es que ambas formas son correctas. Al parecer la "s" de quizás se le añadió por semejanza con otros adverbios acabados en -as como atrás, además o jamás y, aunque lo normal hubiera sido que solo perdurara una de las dos formas, ahí están las dos para distraer un poco el ambiente.

Y, ¿así mismo o asimismo?, ¿en seguida o enseguida? También ambas formas son correctas aunque la RAE recomienda en los dos casos la escritura en una sola palabra.

Otros dos términos que despistan son ojear y hojear. Si se dice de un libro o una revista, se pueden decir ambas formas; ojear sería echarle una ojeada rápida y hojear sería ir pasando las hojas. El truco para no equivocarse es recordar que hojear debe utilizarse cuando nos referimos a objetos que tienen hojas.

Y también están adonde y a donde, deprisa y de prisa, entretanto y entre tanto que son correctas en ambas formas pero, como en el caso de asimismo, la RAE recomienda escribir una sola palabra, así que ya lo saben, ante la duda... todo junto.


miércoles, 2 de septiembre de 2015

De quién, de quién son estas fronteras

Edward and Marie Louise Pailleron, de John Singer Sargent

El drama de los refugiados es una tragedia cuyo protagonista podríamos ser cualquiera. Vemos imágenes de familias con niños pequeños que caminan con el único rumbo de unas vías de tren que se extienden hacia lo desconocido. No saben si conseguirán llegar a Hungría, ni si una vez allí podrán traspasar las concertinas. Si lo consiguen y llegan a Viena corren el riesgo de que allí la policía austriaca los devuelva a Hungría.

Y mientras, nuestros gobiernos discuten cuotas y se permiten elegir refugiados como si fueran coles de Bruselas. Los eslovacos sólo los quieren cristianos, mientras otros se echan las manos a la cabeza porque "se nos va a llenar Europa de árabes". Pobres europeos de a pie, no es que se nos vayan a llenar los países de bárbaros, es que se nos va a caer la cara de vergüenza.

Al empezar el post me decía, escribiré de cómo hasta los refugiados necesitan saber siquiera un poco de inglés para chapurrear con los policías, pero se me ha ido la mano porque no me quito de la cabeza ese caminar desesperado de frontera en frontera por la meca del bienestar.