jueves, 5 de noviembre de 2015

Las palabras de mis manos

One reflection, de Clive Smith

Imaginemos que entra usted en una tienda y le dice al dependiente "quiero una docena de esos" sin señalar nada, el dependiente pondrá cara de sorpresa y le preguntará a qué se refiere. Pongamos que de la tienda se va usted a un parque en el que pierde de vista a su hijo y pregunta a un amigo "¿has visto a Mikel?", su amigo le dice "le vi allí hace un minuto", pero si no le señala con la mano hacia algún lugar, usted no puede saber en qué dirección se ha visto al niño por última vez.

Estos son ejemplos claros de la importancia de las señas en la comunicación. Junto con la expresión de la cara, la sonrisa, el tono de voz... los ademanes son vitales en muchas conversaciones.

Démosle la vuelta. ¿Se han fijado en lo cómico que resulta ver a una persona gesticular aparatosamente cuando habla por teléfono? Su interlocutor no puede verle, pero él igualmente agita las manos pues no puede dejar de acompañar su conversación con gestos.

Otra aplicación importante de las señas es cuando necesitamos entendernos con alguien cuyo idioma desconocemos. Hay una serie de gestos que son internacionales, juntamos los dedos de una mano y nos los llevamos a la boca para indicar la acción de comer,  frotamos el índice y el pulgar para significar dinero, señalamos un producto para indicar que queremos eso...

Si una imagen vale más que mil palabras, una seña puede, en el momento adecuado, sustituir a un buen puñado de palabras.

2 comentarios:

  1. Hace poco tiempo me topé con un ciudadano italiano que estaba hablando por el teléfono móvil. Digo mal: estaba vociferando y lanzando imprecaciones a un nivel sonoro que me hizo pensar en la inutilidad de utilizar ese artilugio. El caso es que entre varias "puta madonna" lanzaba unos ganchos de izquierda que, de haber estado cerca el interlocutor, habría acabado k.o. Pero este energúmeno no sustituía las palabras por la seña. Esta las acentuaba... ¡y de qué manera!
    Josean

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