sábado, 26 de diciembre de 2015

La helada, esa muerte nocturna

Daubigny's Garden, de Vincent van Gogh

"Siempre, en estos meses, se vive con el temor a la helada. Es una muerte nocturna y segura que viene todos los años a hacer de las suyas. Trae poco y se lleva lo que puede, aceituna o pegujal. Hija de los cielos serenos y de las noches claras, invisible y extensa, deja su huella por los campos, blancos al amanecer, aterida la planta, encogido el fruto.
-¡Buena ha caído esta noche!
Y el resuello humea en el aire. No hay quien se asome a la puerta. Les tiembla todo el mundo.
Las manda, sin duda, el hielo durísimo de las estrellas a besar la tierra, en unas nupcias tremendas, que detienen la vida, en medio del silencio de la noche. Su cuerpo de amante inmenso y mortal, queda extendido en desolación y blancura sobre el campo.
Por las mañanas no hay quien se mueva. Se engarrotan hombres y plantas. Todo va hacia los adentros. El pegujal se encepa, busca el calorcito interior de la tierra, echa su fuerza hacia abajo. La aceituna sin madurar se avinata y empequeñece, y la cortedad de los días no da tiempo al sol de rodear los olivos y deja en su lado norte que la helada de una noche aguarde a la de otra.
-¡La que va a caer!"

José Antonio Muñoz Rojas: Las cosas del campo

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