lunes, 21 de diciembre de 2015

¿Son iguales todas las lenguas?

Sin título, de Raul Urrutikoetxea

Quienes en Europa crecen hablando tártaro, casubio, galés, alsaciano, siciliano o gallego se ven obligados a utilizar otra lengua para el desarrollo cultural: el ruso para los tártaros, el polaco para los casubios, el inglés para los galeses, el francés para los alsacianos, el italiano para los sicilianos y el español para los gallegos. Es esta una situación que no es nueva y que comparten miles de lenguas en todo el mundo. Todas las lenguas son igualmente dignas pero no todas tienen el mismo ámbito ni la misma difusión.

Una rápida mirada a las situaciones lingüísticas del mundo pone en evidencia, como sucede con las personas, que las lenguas son profundamente desiguales. ¿Por qué? En primer lugar, desde el punto de vista estadístico, unas son muy habladas y otras muy poco. Algunas son relegadas a funciones y usos familiares -no se escriben, no se utilizan en la enseñanza- mientras otras dominan y copan las funciones de tipo oficial, literario, cultural, internacional o vehicular. Algunas son consideradas más prestigiosas que otras; unas son reivindicadas por sus hablantes y otras se pierden en su transmisión y son cambiadas por las que resultan más útiles.

Y sin embargo, como las personas, todas las lenguas son iguales. En ese mundo ideal llamado Utopía.

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