martes, 26 de enero de 2016

Esa lingua franca que no hablamos

In the Studio, de William Merritt Chase

Muchas cosas dice Andrés Trapiello en el párrafo que les transcribo más abajo. Trata de esa situación frecuente en los viajes en la que nos encontramos con un -pongamos por caso- holandés y ni él habla español ni nosotros hablamos holandés, con lo que ambos recurrimos al inglés por ver si nos entendemos en esa lingua franca. Pero a menudo nuestro conocimiento del inglés es mucho más pasivo que activo y ese conocimiento pasivo está limitado a unas cuantas frases comunes. Y hablamos, como bien dice AT, con la ilusión de que podemos comunicarnos en un idioma que no dominamos y el holandés con la misma convicción que nosotros, es decir, la de que le vamos a entender.

"No sé por qué razón cuando estos días le hablaban a uno en rumano, les respondía en italiano, si la persona que me hablaba no sabía francés y yo no podía hacerlo en inglés. Y aquí viene esta observación lichtenbergiana: dos personas que no pueden entenderse en ninguna de sus respectivas lenguas maternas, acaban haciéndolo en una tercera, que tampoco hablan, pero que tienen la fantasía de creer que entienden".

Andrés Trapiello: Seré duda

sábado, 23 de enero de 2016

H de halcón

Sin título, de Jackie Morris

Estoy leyendo un libro cuya protagonista es una estudiosa de las aves salvajes que se propone una tarea imposible: domesticar un azor. Y les aseguro que es una novela apasionante. Cómo lo consigue, no lo sé, pero tiene mérito, porque una en esto de los pájaros no conoce nada que no sea el canto de un canario en la cocina de su madre. La autora, Helen Macdonald, no solo es una naturalista experta, sino también escritora, poeta, ilustradora e historiadora. Me llama la atención su gusto por las palabras y cómo se detiene en ocasiones a explicar de dónde procede este o aquel término. Estoy segura de que les gustará esta cita:

"Tendría que haberlas hecho antes, pero no pude. Solo ahora el azor parecía lo bastante real como para que fueran necesarias. Las pihuelas son las correas de cuero suave que pasan a través de los ojales de las polainas de cuero que se colocan en las patas de un ave de presa adiestrada. En inglés se llaman jesses, en singular, jess. Es una palabra francesa del siglo XIV, de cuando la cetrería era el deporte favorito de la clase dominante. Un pequeño fragmento de historia social en el nombre de una tira de cuero. De niña, me había aferrado al desconcertante y complejo vocabulario de la cetrería. En mis viejos libros de cetrería cada parte de un halcón, azor o gavilán tiene su nombre: las plumas, cobertores o remeras; las garras, las uñas, el estropajo bajo la cola. Se dice que las dos primeras crías de un halcón son hembras y por eso el macho, que nace el tercero, se llama terzuelo o torzuelo. Los pájaros jóvenes son niegos; los mayores, rateros, y los más viejos, zahareños. Los halcones a medio adiestrar vuelan sujetos con un largo hilo llamado fiador. Los halcones no se limpian los picos, sino que los asean. No comen su comida, sino su gorra o papo. Cuando clavan sus garras en la presa, la acuchillan. Y así continúa en una mareante panoplia de términos precisos, que lo eran por un motivo. Conocer la terminología de la cetrería era un signo de tu posición en la sociedad. (...) Pero cuando yo era pequeña estas palabras no tenían para mí ninguna connotación de estatus social. Eran palabras mágicas, arcanas y perdidas. Yo quería dominar este mundo que nadie conocía, convertirme en una experta en su lenguaje secreto y perfecto."

Helen Macdonald: H de halcón

jueves, 21 de enero de 2016

Así vivimos

Mika Morozov, de Valentin Serov

No tengo gato pero si lo tuviera hoy estaría triste y azul. Vagaría por la casa, de habitación en habitación buscando a ese rubio que se enrosca a ver documentales de animales, preferentemente salvajes. Él, que ha crecido a escasos kilómetros de Chernobyl, y sufre las consecuencias, no sabe que los depredadores más salvajes somos los humanos cuando nos ponemos a ello.

Iván nos ha dejado este año expresiones nuevas, como esa memoria de marisco en que convirtió nuestra memoria de pez, o ese aceite de la Virgen para designar al aceite virgen extra, y una aplicación de lo más lógica de las reglas del femenino al responder que si él duerme como un tronco, una duerme... como una tronca.

Como buen originario del Este, a la hora de marcharse ha mandado sus sentimientos al sótano y nos ha dejado con una frase enigmática y muy típica de él: así vivimos, que no sabe una si es resignación o adaptación al medio. Buen viaje, Iván, y hasta pronto.

lunes, 18 de enero de 2016

¿Se puede evitar la desaparición de una lengua?

Panel for Music Room, de John White Alexander

¿Cómo es posible que desaparezca una lengua? ¿De repente se le olvida a todo el mundo? Pues no, las lenguas desaparecen porque se ven en contextos políticos, sociales, económicos o psicológicos que empujan a sus hablantes a utilizarlas cada vez menos. Y poco a poco, su uso se va reduciendo a ser habladas entre las personas mayores, no de estas a los jóvenes, y cada vez más en en situaciones familiares y no sociales, es decir en conversaciones íntimas (nada que ver con hablar catalán en la intimidad) y no plurales.

Podemos protegernos con normas jurídicas para luchar contra la polución, para prohibir la masacre de focas, para propiciar la convivencia pacífica o para proteger una lengua minoritaria, pero no se puede exigir a un grupo de ciudadanos que hable la lengua que nosotros queremos que hable. No podemos obligar a nadie a transmitir una lengua que siente ineficaz. La seguirán hablando las personas mayores porque esa ha sido su lengua materna o la lengua de su niñez, pero si ese idioma no cuenta con alicientes propios, si la población no siente que "tiene futuro", los jóvenes le darán la espalda porque ellos sólo tienen futuro, el pasado no significa todavía nada en su vida.

jueves, 14 de enero de 2016

Cómo se escriben los latinismos

Le paravent dorée, de James Whistler

Cuando queremos escribir un latinismo correctamente lo primero que debemos hacer es comprobar si está o no en el diccionario de la RAE. Si está, se escribe como cualquier otra palabra del español, con letra normal (ni cursiva, ni negrita) y con las tildes correspondientes: déficit, currículum o referéndum, por ejemplo. Si no está, se escribe como si fuera una palabra extranjera: en cursiva y con las reglas del idioma del que provenga; en el caso del latín sin tildes, pues en latín no se usaban: sine die, persona non grata, etc.

En cuanto al plural, cuando los latinismos acaban en vocal reciben una "s", como cualquier palabra española, ahora bien, la duda surge cuando acaban en consonante, por ejemplo, el plural de currículum en latín es curricula (en cursiva y sin tilde, que esto ya no es español), pero eso queda muy lejos de nuestras normas y terminamos diciendo los currículos, los currículum, o los currículums, que es lo que hacemos con referéndums, déficits, o quórums y que son todas ellas fórmulas aceptadas. Más fácil de lo que parecía, ¿verdad?

sábado, 9 de enero de 2016

Un "no ultimátum"

Desnuda, de Joaquín Sorolla

Cuando transcribo una cita en este blog, me imagino que los lectores pensarán: "Hay que ver, que vaga, nos coloca una cita y a correr", pero no lo crean. Cuando traigo aquí la escritura de otra persona, pienso que voy a compartir algo que a mí me ha gustado mucho; a veces porque son unos párrafos preciosos, como suele ser el caso de Muñoz Rojas; otras, porque son unas líneas que hablan del lenguaje y me parece importante darlas a conocer; y las más, porque me ha gustado a mí la cita y no puedo dejar de compartirla. Esta de Trapiello, por quien ya saben que tengo debilidad, me parece muy divertida, espero que les guste.

"Ahora me estoy arrepintiendo. Tiene que estar bien sentarse con los reyes en la misma mesa, y decirle al rey, "Señor, páseme la sal, por favor". Esa tiene que ser una de las cosas que no se le olvidan a uno en la vida. También tiene que ser bonito ver si se limpian con la servilleta todas las veces antes de beber, o el ángulo exacto que dibujan sus brazos sobre la mesa en relación a sus axilas. Sería interesante igualmente ver cómo hace la reverencia todo el mundo, el número de vértebras que se interesan en la reverencia y el ángulo que forma el espinazo, y luego venir a contarlo aquí.
Se queja uno siempre de que no le sucede nada, y cuando va a pasar el tren, cambiamos inopinadamente de andén.
Unas horas después de decirles que no a los del Ministerio, llamaron directamente de la Zarzuela para corroborar que era un "no ultimátum", que dicen en el Rastro."

Andrés Trapiello: Seré duda

jueves, 7 de enero de 2016

Lo que nos une, nos separa

Seekher Family (Blue Pool), de Paul Benney

La lengua es, junto con la cultura, la religión y la historia, uno de los principales elementos del nacionalismo. La lengua sirve de lazo de unión entre el "pasado glorioso" y la emotividad del presente. En palabras de Fishman, "la lengua materna es una parte del alma", es, por tanto, la esencia de cualquier nacionalidad.

En el nacionalismo la lengua juega un papel de "autoidentificación contrastiva" o dicho de un modo sencillo, hace que los que hablan una misma lengua se sientan unidos e identificados entre sí y a la vez, separados de los que hablan otra distinta.

Una persona puede ser bilingüe, dominando perfectamente un segundo idioma, y aun así sentirse "unido" a los hablantes de su lengua materna y "separado" de aquellos que hablan su segunda lengua. Y también puede uno por razones ideológicas despreciar su lengua materna y sentirse ligado a la lengua que escoge como propia.

Y es que decimos que el objetivo del lenguaje es la comunicación, pero la cuestión es mucho más compleja.

lunes, 4 de enero de 2016

Cómo decidir qué lengua es la oficial

Portrait of a Courtesan as Flora, de Bartolomeo Veneto

En una colonia que se independiza la cuestión lingüística es un problema nada banal. Las instituciones, los documentos, la producción literaria... probablemente estén en la lengua de los colonizadores, pero una nación que acaba de adquirir su propio territorio geográfico, la última lengua que querrá tener como propia será la del estado del que se ha independizado, pero ¿qué hacer con los funcionarios, las escuelas, la producción cultural?

A menudo los estados se ven en la necesidad de declarar oficiales las dos lenguas: la que han venido usando hasta ahora, la de sus colonizadores, y la que consideran propia, la autóctona. Es la solución que adoptaron Irlanda o la India (esta última con algunos matices).